Después de más de un mes con lluvias,
estamos hoy 26 de mayo en Morillejo para dar comienzo a la cuarta jornada de patrimonio que organiza el Ayuntamiento de Cifuentes el presente año y que nos llevará hasta Carrascosa de Tajo.
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Muchos participantes en este día que amanece fresco y nublado. |
El comienzo no puede ser mejor, con un desayuno
que nos ofrecen los vecinos de Morillejo en la plaza y en el bar: café,
chocolate y bizcochos para emprender con fuerza el camino. ¡Riquísimo todo! ¡Un
hurra para los cocineros y cocineras! ¡El chocolate está de primera!
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Dos de las tres "culpables" de que el chocolate estuviera tan bueno... |
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... y algunos de los que dieron buena cuenta de él. |
Hacemos recuento de los presentes y somos
casi setenta. Enrique y Luisa hacen las presentaciones de rigor y empezamos la
visita guiada al pueblo, acompañados también de bastantes vecinos y vecinas de Morillejo.
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Introducción y presentaciones mientras vamos desayunando. |
Comenzamos en la Plaza Mayor, donde nos
sorprende una casona que en su día, como nos indica una placa, perteneció a “don
Francisco Antonio Ardiz, escribano de su Magestad”. A este cargo se accedía por
oposición y hoy se equipara al de notario.
Morillejo ha sido y sigue siendo conocido
en toda la comarca por su orujo. Antiguamente, los vecinos recorrían los
caminos para vender el aguardiente o para cambiarlo por cereal, que en
Morillejo era escaso. Gerardo está orgulloso del suyo y se ofrece a enseñarnos su
cocedero. Así llaman en Morillejo a una casita, a veces con cueva
al fondo, donde se elabora y se almacenan el vino y el aguardiente. Gerardo nos
explica el proceso para la destilación del afamado orujo y nos muestra su
alambique.
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Orgulloso de su saber hacer, Gerardo nos muestra su alambique. |
Luisa nos espera a las afueras del pueblo,
desde donde vemos las “cortes”, que son los lugares donde antaño guardaban los
cochinos (las porquerizas). Enfrente está La Solana, que es la ladera sur de un
cerro por donde transcurría el camino romano utilizado hasta hace poco para
unir Morillejo con el Tajo, pero que ahora está prácticamente borrado por una
enorme cicatriz resultado de las obras recientes para un acueducto y tendido
eléctrico. ¡Nos roban los caminos!
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Luisa nos guía por su pueblo. Hay tantas cosas que nos quiere contar... |
Bordeamos el pueblo y vemos algunas
cuevas-bodega en la calle de abajo, con la vivienda por encima. Un sistema que
los árabes ya utilizaban. Miramos hacia el horizonte y ahí están majestuosas las
Tetas de Viana, un par de cerros que, como dice el refrán, “muchos las ven y
pocos las maman”. Como hay nubes que presagian lluvia, Luisa nos recomienda fijarnos
en ellas, pues otro refrán dice que “cuando las Tetas se ponen la toca,
Morillejo, Azañón y Viana como una sopa”.
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Bordeamos Morillejo, con las Tetas de Viana al fondo. |
Nos sorprende el relieve del horizonte y
Enrique nos explica el porqué de este paisaje, donde los ríos han ido socavando
la roca caliza del páramo alcarreño para ir abriéndose paso hasta las
estribaciones de la sierra. Técnicamente, las Tetas de Viana son dos cerros testigo que, junto con el páramo alcarreño del que son continuación, son testimonio de hasta
dónde llegó el relleno de la cuenca cenozoica del Tajo hace unos pocos
millones de años.
Seguimos por las calles de Morillejo
hacia la iglesia. Desde la barbacana vemos una casa con escudo que perteneció a
una familia procedente de El Almiñé (Burgos) y de la que uno de sus miembros fue Caballero
de la Órden de Santiago. Ya en la iglesia, admiramos el retablo barroco que fue
pintado y dorado a expensas de D. Francisco Antonio Ardiz, según ha quedado
inscrito en la cornisa del propio retablo. Luisa nos muestra una fotografía de
un retablo anterior, fechado en el siglo XVI y pintado por Gaspar Becerra, en
el que vemos una virgen jovencísima y embarazada. Una auténtica joya que lució
durante un tiempo en la ermita y que más tarde pasó al Museo Diocesano de
Sigüenza, donde hoy en día está expuesto y podemos admirarlo.
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Tras su restauración, el órgano de Morillejo cumple su papel una vez al año. |
Otra joya de esta iglesia es su órgano
barroco, que hoy en día suena gracias a la iniciativa de unos vecinos y a un
organista valenciano que lo reparó hace unos treinta años. Hoy está declarado
como uno de los órganos singulares de Castilla La Mancha y todos los años, en
el mes de julio, se ofrece un concierto.
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Foto de una parte de "la familia" a la salida del pueblo. |
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Vamos bajando hacia la ermita y la fuente. |
Salimos del pueblo impregnados por el
olor de las flores y el goce de la vista, ¡qué maravilla, cómo está el campo!
Dejamos atrás el cementerio y a nuestra izquierda unas cuevas-bodega. La ermita
del siglo XIII se derrumbó por desuso y falta de mantenimiento debidos a la
emigración en los años sesenta.
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Las Tetas, la ermita y el Castillo nos marcan el recorrido. |
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Interior de la ermita de San Juan de Jerusalén... |
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...y exterior de la ermita, restaurada hace pocos años. |
En los documentos se denomina de
San Juan de Jerusalén, aunque sobre la puerta, en una plaquita cerámica,
podemos leer “Hermita de Jerusalén”. Es de estilo cisterciense, como el
Monasterio de Óvila, y en ella se celebraba la Semana Santa de Morillejo. Hoy
en día, después de su restauración en 2007, se celebran dos misas al año por
los difuntos de la localidad.
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Alejandro nos explica que no todo en la naturaleza es armonía... |
Junto a la ermita se desarrolla “una verdadera
batalla campal”. Alejandro nos cuenta cómo las flores rivalizan por ocupar el
espacio y por atraer a los insectos para que las polinicen.
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... y le escuchamos mientras el sol se va abriendo hueco entre las nubes. |
Desde la ermita vemos “el Castillo” una
roca denominada así por su aspecto de fortaleza inexpugnable. No hay constancia
de que allí hubiera realmente un castillo, pero es un lugar entrañable y
querido por los vecinos, testigo de juegos y de amoríos.
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Sobre un mar de hierba con olas de flores... |
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...vamos bajando de la ermita a la fuente. |
Bajando un poco está La Fuente, llamada
así, simplemente, por ser la primera y la única fuente de obra que hubo en un primer momento y durante mucho tiempo, pues es
una fuente de origen romano. Gracias a las lluvias copiosas de estos últimos días,
hoy la vemos manar como no lo hacía hace años. ¡Da gusto ver los tres chorros!
Junto a ella está el lavadero. Gerardo y Luisa nos cuentan que, hasta hace poco,
en las bodas de Morillejo era costumbre bajar a los novios montados en
caballería y lavarles la cara con el agua de la fuente. Probablemente sea un
relicto de alguna antigua creencia de que ello traería fertilidad a la pareja.
Gerardo nos cuenta que a él se lo hicieron, pero lo vio como una simple broma.
Felipa nos cuenta que ella, tras el lavado de cara, subió al pueblo montada en
la mula y sin parar de cantar jotas.
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Escarpes y farallones calizos por el camino. |
A lo largo del camino de bajada hacia el
río Tajo vemos algunas parideras. El ganado, junto con los viñedos y olivos, ha
sido la principal fuente de riqueza de este pueblo.
En la ladera junto a la carretera crecen
lirios, margaritas, cardos y un sin fin de plantas multicolores. Alejandro nos
habla del cardo mariano (Silybum marianum),
una planta con propiedades curativas. Según cuenta la leyenda, la Virgen iba
caminando a Egipto, el niño tenía hambre y su madre le estaba amamantando,
cuando se le escapó algo de leche que cayó sobre el cardo, que por eso
tiene manchas blancas. La infusión de esta planta es buena para el hígado.
Desde El Hondo tomamos una pista
asfaltada, el antiguo Camino de la Barca, que conducía a la balsa por la que una
barcaza permitía cruzar el río Tajo, y que hoy en día lleva a la nueva presa y central
hidroeléctrica. A nuestra izquierda hay algún viñedo y el barranco que nos
acompaña hasta el río. Nos paramos para ver otra planta, la dedalera negra o Digitalis obscura, que tiene propiedades
narcóticas y medicinales.
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Manolo descubre tres pequeñas surgencias de agua en la propia calera. |
Por la pista asfaltada llegamos a la
altura de la calera, un antiguo horno de cal que algunos suben a ver con
Enrique, y otros se quedan con Luisa. Ambos nos explican cómo y para qué se
utilizaba. Nos hemos pasado de largo las ruinas del Molino de la Calera, probablemente
utilizado para moler, entre otras cosas, la piedra de cal que se obtenía en la calera.
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Enrique explica los pasos previos para la elaboración de la cal. |
Al otro lado del barranco vemos el tejar.
Los tejeros venían en verano cada año de Valencia y se establecían en el tejar durante
el tiempo que duraba su trabajo. Hace unos años nos contaron en otra jornada de
patrimonio que, en Villanueva, la mujer de la casa que encargaba las tejas era
la que daba la forma a las planchas de barro, utilizando sus muslos como molde.
Alguien nos indica que levantemos la
vista al cielo y vemos cómo un buitre sobrevuela nuestras cabezas. Cada día suelen hacer el recorrido desde los escarpes del Alto Tajo hacia las poblaciones del entorno.
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Observando al buitre que nos observa. |
Por el camino, en unos conglomerados,
Enrique nos explica el transporte del sedimento en los ríos y cómo se forman
los cantos rodados de estas rocas. Observando cómo están dispuestos, imbricados
unos sobre otros, podemos saber la dirección que llevaba la corriente.
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Explicaciones junto al río Tajo. |
Llegamos al río Tajo. Se oye el ruido de
la central hidroeléctrica. Junto a las ruinas del puente romano de Murel nos
hablan de la importancia de este puente a lo largo de la historia, en época
romana y especialmente durante el siglo XVI. Del molino harinero y de la
antigua presa sólo quedan las fotos que Luisa nos muestra. Todo ello lo han destruido
para la construcción de la nueva central.
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Estribo izquierdo del antiguo puente romano. Al fondo, la presa. |
Pablo nos habla de esta obra, que aún
está por concluir y que ha cambiado el paisaje del entorno por completo.
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Caminamos junto al río para llehar al puente nuevo. |
Cruzando el río Tajo, Raúl nos habla de
porqué el río baja turbio, que no sucio. Gran parte de la “culpa” la tienen las
arcillas que se explotan aguas arriba y que el río arrastra con las últimas
lluvias.
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Sobre el puente, Pablo nos cuenta lo que les costó conseguirlo. |
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El agua embalsada por la presa entra en el Parque Natural del Alto Tajo. |
Camino de Carrascosa de Tajo, antaño Carrascosa
del Río, el camino es un carril de tierra y el valle se estrecha. Roquedos
empinados, un barranco a la izquierda, el frescor del agua y la frondosidad de
las plantas nos inundan.
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Una impresionante / visera rocosa / nos sirve de entrada / hacia Carrascosa. |
Alejandro no para de explicarnos unas plantas y otras.
Si tuviese que hablarnos de todas nos quedaríamos allí varios días: jazmín silvestre
(Jasminum fruticans), lampazo, bardana
o arrancamoños (Arctium lappa), que
se puede comer en ensalada, lino azul (Linum
narbonense), verbenaca (Salvia verbenaca),
melisa o citronela (Melissa officinalis),
salfisí común o barba de cabra, lirios y muchas más. En pequeños grupos, tanto
Alejandro como Meme e Inés nos van contando curiosidades sobre las plantas. ¡Es
un no parar! ¡Por algo mayo es el mes de las flores!
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La carrasca centenaria, ¿o era milenaria? |
Nos apartamos del camino por una senda
estrecha que serpentea entre lampazos y muchas otras plantas, un arroyo y una
coqueta fuente, la Fuente del Palomar, y cerca, una carrasca centenaria que tal
vez esté en el origen del nombre de Carrascosa.
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Abrazar los árboles singulares implica también compactar el suelo de su entorno. |
Llegamos al pueblo, pequeño y acogedor, que
siempre ha tenido fama de ello. En la puerta del bar nos espera Miguel, el
melero, con el ya tradicional aperitivo de queso y miel de La Alcarria.
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¡Qué bien sienta el aperitivo que nos tiene preparado Miguel...! |
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¡...y qué de productos alcarreños tan buenos nos ofrece! |
En el
interior, las vecinas y los vecinos de Carrascosa nos ofrecen unos entrantes de
chorizo, queso, salchichón, aceitunas y pepinillos que nos renuevan las fuerzas
tras la caminata. ¡Todo magníficamente organizado! ¡Qué rico todo! ¡Muchas
gracias!
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¡Nada mejor que compartir los buenos momentos con buena compañía! |
Mientras Chelis y Teresa llevan
conductores a Morillejo para recoger sus coches, los demás nos vamos acomodando
y sacando las viandas que compartimos y degustamos mientras hablamos con
nuestros compañeros de mesa. Probamos el vino de Gerardo, que nos pasa la bota.
Al final, los postres, bizcochos varios y más dulces. Y, como siempre, las empañadillas
de cabello de ángel y los licores de Eduardo.
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Felipa y Luisa entonan las coplas de Morillejo, y los demás las siguen... |
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...mientras Enrique les acompaña con el rabel. |
En la puerta, un grupo en torno a Enrique
va entonando algunas canciones. A un lado Pilar y Luisa leen y ajustan a la jornada
de hoy las coplas que ya traía Pilar. Enrique toca el rabel y entre todos cantamos
con melodía y ritmo de romance las coplas de un crimen ocurrido en Morillejo en
1920 y que Benito García, un rondajo apodado el Tio Coplero, recogió entonces para la
posteridad. Después, Felipa y Gerardo nos cantan unas cuantas jotas acompañados
por Enrique con el rabel, pero termina sacando la armónica, que para los
espacios abiertos tiene mayor sonoridad.
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Las calles de Carrascosa nos llevan hasta su impresionante iglesia medieval. |
Hay gente que quiere marcharse, pues esta
tarde hay un partido de futbol importante. Algunos tienen prisa y aún no hemos
visto el pueblo. Nos vamos a ver la iglesia, magnífica muestra de arte
cisterciense que ha llegado a nuestros días prácticamente intacta, pues las
guerras posteriores no la afectaron. La vemos con detenimiento observando
detalles, y Luisa nos cuenta las historias de Santa Librada, que está presente
en su altar mayor. Por la parte de afuera, junto a la entrada principal, vemos
labrada en la pared la reproducción esquemática de una vieira, indicando que uno
de los antiguos caminos hacia Santiago iba por aquí, y que los peregrinos se
hospedaban en esta “Yglesya de Asylo”, como indica una inscripción sobre la
puerta.
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Sobre la puerta, un cartel indica el derecho de asilo que tenían los peregrinos... |
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...y en el muro, una vieira algo estropeada les vaticina su destino. |
Pablo, el alcalde de Carrascosa, elogia
estas jornadas de patrimonio, que están sirviendo para que las gentes de unos
pueblos y otros nos conozcamos. Después nos vamos al Morrete de la Cruz y vemos
un nuevo invento: el Rincón del Viento, una original veleta, obra de arte e
ingeniería realizada de algunos vecinos. ¡Toda una sorpresa! La veleta es algo
dinámico y nos muestra que nuestros pueblos tienen pocos vecinos, pero que, a
pesar de la despoblación, el pueblo sigue vivo y con creatividad.
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Los cubiletes alternan su orientación, haciendo que cada tramo de la veleta gire en un sentido. |
Nos despedimos hasta la próxima jornada,
que será el 23 de junio, caminando de Torrecuadradilla a Val de San García.
¡Hasta pronto!
En este enlace puedes bajarte las
coplas que escribió Pilar para esta jornada (las cantaremos otro día), y en este otro enlace puedes ver las coplas del Crimen del Garcés, que ocurrió en
Morillejo hace casi un siglo.
Agradecimientos: Como siempre, a las
vecinas y a los vecinos de los pueblos que nos acogen, Morillejo y Carrascosa
de Tajo, y a todas las personas participantes en las jornadas de patrimonio, que llegan ilusionadas pora conocer nuestros rincones, naturaleza y cultura. A nuestros guías (Luisa, Enrique, Raúl, Meme, Alejandro e Inés), que nos ayudan a disfrutar de todo lo reseñable por el camino. A la corporación municipal de Cifuentes, que colaboraron enormemente: el
alcalde, José Luis Tenorio, y los concejales José Luis Sanz Higes, Santiago
Gálvez y Teresa Sánchez, así como la concejala de Trillo, Beatriz Muñoz, que nos
acompañó en parte del camino. El concejal de Cifuentes, Marco Campos, se encargó de la difusión previa de la
jornada y nos hizo copias del díptico de la ruta, pero se quedó con las ganas de venir. También contamos con la
presencia del alcalde de Carrascosa, Pablo Espada, que gestionó el uso del local
para comer y la disponibilidad del bar, y nos acompañó con numerosas
explicaciones y comentarios durante el recorrido. El fabuloso chocolate del desayuno en Morillejo fue
posible gracias a la aportación de la Asociación de Amigos de Morillejo, y por
supuesto gracias a las cocineras, Felipa, Tomasa y Mari Ángeles, a sus ayudantes
fogoneros, Eduardo, Rober y Emilio, y a Mari Nieves, que servía los cafés. Agradecemos también a Ismael, el alcalde pedáneo
de Morillejo, que junto con Beatriz y Pablo lograron que se arreglase el
camino y el acceso al puente para poder cruzar el Tajo con los coches. Gracias también a Miguel, que nos endulzó la llegada a Carrascosa con su aperitivo y sus productos locales, como ya es tradición, y al Ayuntamiento de Carrascosa, que muy amablemente nos ofreció otro aperitivo, mientras Maribel y Maricarmen (Meli) nos atendían en la barra. Agradecemos a Gerardo que nos abriera su cocedero, nos mostrara su alambique, y compartiera con nosotros su experiencia con el buen hacer del vino, el churú y el aguardiente. Y, cómo no, a Felipa por sus jotas. A todas y todos, vaya nuestro más sentido agradecimiento, pues consiguieron que la jornada fuera algo memorable.
Y cómo no... ¡muchas gracias también a Eduardo, Emilio, Enrique, Gaspar, Maripaz y Santiago por las fotos!