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Próximas actividades: Paisajes de Huetos (domingo 21 de abril) y paisajes de Moranchel (sábado 25 de mayo).

06/03/2023

Crónica de la ruta por el Ceño del Moro y La Tajera


En esta mañana fría de un 25 de febrero, para entrar en calor y coger energía, algunos hemos comenzado la segunda jornada de patrimonio del año con unos churros y chocolate o café. Todo un lujo que nos ofrece el nuevo churrero de Cifuentes abriendo temprano.

Casco viejo y monumental de Cifuentes en la visita guiada.

Con Luisa recorremos las calles de Cifuentes en una breve pero intensa visita guiada, y terminamos en la Plaza Mayor. Allí ya nos espera Enrique con el resto de los participantes para agruparnos en los vehículos y minimizar el número de coches.

En la Plaza Mayor de Cifuentes nos agrupamos en vehículos, y enseguida parte la comitiva.

En el aparcamiento nos agrupamos y Enrique hace una introducción a la jornada.

La carretera hacia La Tajera tiene algunos baches a pesar de que se han tapado otros muchos recientemente. Aparcamos los vehículos y nos presentan la actividad. Vamos a recorrer unos nueve kilómetros en los que tendremos carriles, senderos y algún tramo campo a través, todo ello con sus cuestas arriba y abajo.


Empezamos la marcha por una pista llana pero pronto hay que tomar un pequeño sendero para bajar al valle del Ceño del Moro. Nos ayudamos unos a otros a salvar obstáculos, procurando que nadie se caiga. La visión es espectacular, tanto por la frondosa y variada vegetación, como por las rocas. Y de repente, ahí está el Ceño del Moro, un resalte rocoso del que Enrique nos cuenta su formación.

Aprovechando el resalte superior (ceño) de la enorme pared de piedra, al pie hay un abrigo de pastores (paridera) construido con piedra seca (es decir, sin mortero, yeso ni ningún otro cemento). Luisa nos habla de este tipo de construcciones antiguas utilizadas para el ganado, y también de cómo frecuentemente los sitios así los aprovechaban los homínidos prehistóricos.

Foto de familia de la jornada, al pie del Ceño del Moro.

En el abrigo, bajo la ceja del ceño, hay un impresionante ejemplar de enebro común.


La vegetación nos sorprende y los guías nos van contando cosas interesantes sobre enebros, guillomos y otras plantas. Por cierto, que vemos un enebro común (Juniperus communis
subespecie hemisphaerica), que no es nada común, y valga la paradoja, ya que tiene un impresionante porte arbóreo superior a 5 metros que lo asemeja a un abeto. Se trata de una especie sensible al calor que puede desaparecer en esta zona por el calentamiento climático, y por lo tanto de un ejemplar que debe ser cuidado y conservado.

Continuamos el camino y sorteamos los grandes bloques de caliza que jalonan el barranco, junto a grandes guillomos (Amelanchier ovalis), algún arce mediterráneo (Acer mospessulanum) y numerosos saucos (Sambucus nigra): un interesante refugio de especies poco frecuentes en la zona. Siguiendo por el fondo del pequeño cañón fluvial, alcanzamos el angosto desfiladero por el que se desagua el valle.

Bajando por el desfiladero del pequeño cañón.


Hace frío pero luce el sol y no hace un día tan malo como habían pronosticado los meteorólogos. ¡Es una lástima, porque estos pronósticos hacen que muchas personas potencialmente participantes decidan no venir y luego se arrepienten cuando ya es tarde!

Ahora comienza la cuesta arriba. Se atisba una carbonera. Desde comienzos del siglo XX y hasta los años 70 en que comenzaron a utilizarse otro tipo de combustibles, el carbón era necesario para abastecer las ciudades y las carboneras se hacían en nuestros bosques. Era un trabajo muy penoso ya que tenían que hacer una choza y permanecer día y noche para vigilar la pira de leña de la que se obtendría el carbón que no podía dejar de arder. El proceso duraba aproximadamente un mes. Meme recuerda cuando ella era muy pequeña, que visitó la choza donde vivían unos carboneros que tenían un niño pequeño que se encontraba enfermo. ¡Cuántas penalidades!

El embalse de La Tajera nos ofrece una panorámica espléndida.

Ya llevamos más de la mitad del recorrido y ahora nos acercamos con Enrique a ver varias trincheras de la última guerra civil. Desde arriba divisamos la presa y el pantano de La Tajera. ¡La vista es espectacular! Nos cuentan que la presa se hizo sobre el río Tajuña. La expropiación de tierras se realizó en 1964 favoreciendo la despoblación de los pueblos afectados, aunque las obras no comenzaron hasta los años 80 y no se concluyeron hasta pasado el año 2000. Hubo muchos problemas en su construcción. 

La subida al Alto de la Tajera se nos hizo un poco pesada, pero mereció la pena.

Seguimos cuesta arriba por el bosque hacia el alto de la Tajera. Un grupo decide no entrar a ver los restos de la guerra civil y se quedan en el camino esperando. El resto va con Enrique a ver las profundas trincheras, los gruesos parapetos y enormes abrigos que sirvieron para refugio de tropa. Impresiona la cantidad de personas que debieron ocupar todas estas instalaciones durante varios años.

Parte del complejo sistema de parapetos, trincheras, nidos de ametralladoras y refugios.

Arriba ya vemos casas en ruinas de un poblado hoy abandonado. Natalia nos cuenta que se hizo para los trabajadores de la presa. También hubo un proyecto de chalets y de actividades náuticas que se quedó en agua de borrajas. El poblado hoy en día es una finca particular.

La entrada a una sima indica que las calizas del Cretácico están karstificadas.

Terminado el recorrido y de vuelta a los vehículos, no sabemos si es más el hambre o el cansancio.

Nos despedimos junto al improvisado aparcamiento y la jornada se termina para algunos. Otros nos vamos a comer en Cifuentes. Unos cuantos hemos traído comida y nos instalamos
al sol, en el claustro del antiguo Convento de Dominicos de Cifuentes, como ya hemos hecho en otras ocasiones.

Terminamos la jornada compartiendo viandas y comentando las anécdotas del día.

Después de comer nos vamos a visitar el antiguo Convento de Belén por dentro. Ya no quedan monjas, pues hace unos años se las llevaron a Sigüenza. El Obispado ha cedido el antiguo convento a la asociación religiosa Hakuna y, aprovechando que hoy están allí con alguna actividad, Marco, el alcalde de Cifuentes, nos concierta una visita. Ignacio nos recibe y visitamos la huerta del convento, con fuentes por todas partes. Un numeroso grupo de jóvenes músicos y una coral cantan alegres para nosotros. Ignacio nos enseña el convento por dentro. ¡Muchas gracias! Poco a poco van haciendo arreglos, vemos una capilla recién reformada que ha quedado muy bonita.

Y ahora sí, ya nos despedimos hasta la próxima jornada de patrimonio, que será el sábado 25 de marzo y que nos llevará de Val de San García a Moranchel por el antiguo camino que va por arriba, sin pasar por Cifuentes.

¡Hasta pronto!

 Muchas gracias por las fotos a Eduardo, Enrique, Juan Luis, Mari Paz y Montse.


 

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