20/09/2024

Crónica de la ruta nocturna a las Tetas de Carracastillejos

El nueve de agosto a las nueve de la tarde, ya que aún no había anochecido, nos dimos cita en la Plaza de Santa Ana de Cifuentes para iniciar la segunda jornada de patrimonio nocturna de este año.

Aprovechando el emplazamiento, Luisa nos habló de la ermita de Santa Ana, la gran olvidada de las ermitas de Cifuentes, pues está a las afueras del pueblo y dentro del cementerio. Cifuentes tiene cuatro ermitas situadas próximas a cada uno de los cuatro puntos cardinales, junto a cada uno de los antiguos caminos de acceso, y cuyas portadas miran y abrazan al pueblo. La ermita de Santa Ana se sitúa hacia el norte (NNO), junto a lo que fue el barrio judío que en ese siglo XVI, cuando se construye la ermita, era ya un barrio de conversos y esta iglesia sería la iglesia del barrio.

Emprendimos el camino ligeramente cuesta arriba por la carretera de La Tajera. Esta vez no íbamos en fila india puesto que la anchura de la carretera nos permitía ir unos al lado de otros formando pequeños grupos y charlando amigablemente. Tanto es así que, cuando quisimos darnos cuenta, nos habíamos pasado el desvío hacia las Tetas por el camino que Enrique tenía previsto y que ya había marcado unas semanas antes. Por no dar marcha atrás, y confiando en algunos de los participantes que se conocen todos los vericuetos, nos fuimos todos campo a través. La noche iba cayendo y cada vez se veía peor, al tiempo que el trayecto ofrecía cada vez mayor dificultad, lo que hizo que un pequeño grupo desistiera de subir al cerro principal, la “Teta de Carracastillejos”.


 

Cuando llegamos al pie del pequeño cerro, la subida nos parecía muy difícil, pero ayudándonos unos a otros, y con unos pequeños escalones que nos habían dejado marcados, no resultó tan ardua. Arriba soplaba el viento, una suave brisa de verano que refrescaba y aliviaba de los calores que estábamos sufriendo estos días. Había nubes en el cielo que no nos permitieron ver las estrellas en todo su esplendor, pero sí lo suficiente para ver alguna estrella fugaz y la luna en cuarto creciente. No muy lejos, se veían las luces de Cifuentes y al fondo las de la Central Nuclear de Trillo.

Tomando un tentempié en la cima del cerro.

Cifuentes y la nuclear de Trillo desde el cerro.

Enrique nos cuenta sobre las estrellas fugaces.

En el extremo sur de la plataforma superior del cerro tomamos un tentempié y emprendimos el camino de vuelta, esta vez por un carril de tierra. Allí nos esperaba parte del grupo que no había subido al cerro. Algunos volvieron ya hacia Cifuentes y otro grupo nos fuimos a ver la Fuente de la Perejila. ¡Se veía preciosa con la luz de la luna! ¡Cómo la cuidan sus madrinas y padrinos! ¡Estupenda labor la del Colectivo 100fuentes!

La comitiva baja del cerro.

Saciamos la sed en la Fuente de la Perejila.

A la vuelta nos alumbrábamos con alguna linterna, la mayoría con nuestros móviles. Soplaba el viento y hacía una temperatura muy agradable. De repente, en medio del camino... ¡dos alacranes! No sé quién se asustó más, si los alacranes al verse rodeados de gente e iluminados por las linternas, o nosotros ante el temor de que nos picasen.

Uno de los alacranes que encontramos en el camino.

De vez en cuando mirábamos al cielo para contemplar las estrellas entre las nubes, buscando alguna fugaz. Muy pronto, hacía el día 12 de agosto, sería el “pico” máximo de la lluvia de estrellas de las Perseidas, la segunda más abundante del año después de las Gemínidas de diciembre.

Hacia las 12 de la noche llegamos a Cifuentes e hicimos una foto con los que quedábamos, ya que al comienzo se nos había olvidado hacer la foto de “familia”.

Luisa nos dijo que esa iba a ser su última Jornada de Patrimonio como responsable de la Oficina de Turismo, ya que estaba muy próxima su jubilación.

¡Gracias a Eduardo por las fotos!

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